El proceso de individuación y la sexualidad

definiendo el proceso de individuación y el rol de la sexualidad en el.

La individuación y la sexualidad es un tópico amplio que abarca una gran diversidad de factores en la vida de todos. Básicamente, es el proceso donde el individuo se descubre a sí mismo y establece relaciones con otros. Consecuentemente, al jugar un rol primordial en el desarrollo individual, es imperativo comprender las lecciones que presenta.

Mujer empujando esfera, representando crecimiento y trabajo en su individuación.

Para experimentar un bienestar pleno es integral ser conscientes de nuestra sexualidad, analizarla, y tomar el control. Al entender activamente los patrones que se presentan en nuestras relaciones amistosas y románticas, la persona adquiere una poderosa herramienta de autodesarrollo, que además de asistirle en generar relaciones más sanas y consolidadas, también logrará prevenir dolencias físicas y emocionales.

Pero, ¿realmente qué es el proceso de individuación, y cuál es el rol de la sexualidad en él?

El proceso de Individuación

Este concepto, definido desde la psicología junguiana, es el proceso que describe cada etapa que una persona normalmente experimenta para alcanzar el máximo desarrollo personal físico, espiritual y el sentido de individualidad para poder experimentar una vida equilibrada y estable. [1]

Cada etapa requiere ciertas experiencias que, al completarlas exitosamente, le darán al individuo la sensación del ser y la capacidad de diferenciarse a nivel personal de su entorno.

Una persona que haya atravesado un proceso de individuación sano, tendrá libertad emocional, espiritual, relaciones interpersonales establecidas y saludables y una capacidad de autoconocimiento extenso y en continuo desarrollo.

El rol de la sexualidad

El rol de la sexualidad durante la individuación es primordial. Una de las funciones más importantes que cumple empieza durante la pubertad y adolescencia. En esta etapa el individuo despierta deseos sexuales, especialmente a nivel hormonal. Estos impulsos que aparecen repentinamente y toman importancia con rapidez, generan la necesidad de expandir el contexto emocional y buscar oportunidades para que el individuo logre establecer relaciones emocionales de igual o mayor importancia a aquellas en su núcleo familiar en otros contextos. Es en esta etapa cuando las amistades se solidifican, profundizan y los primeros intereses románticos aparecen.

A nivel subconsciente lo que ocurre es que, con la aparición de los primeros impulsos sexuales, el eje emocional pasa de estar dentro de la familia, y se proyecta hacia afuera en busca de experiencias complementarias que completen la formación. Es decir, buscamos atraer y conectar con otros individuos que nos provean con experiencias que no estuvieron presentes durante nuestros primeros años de vida.

En otras palabras, una de las maneras en las que buscamos a otros es por la medida en la que nos vemos reflejados a nosotros mismos en ellos, y como el otro nos percibe. Si este individuo nos provee una fuerte proyección de nosotros mismos y, adicionalmente, demuestra características diferentes que pueden enriquecer nuestras experiencias y permitir un mejor autodesarrollo, lo normal es que esa persona nos atraiga. [2]

Estas relaciones amistosas y románticas que empezamos a formar nos dan la oportunidad de conocer nuestro carácter. Aquí es donde un individuo puede descubrir si es celoso, controlador o manipulador, definiendo su personalidad y cómo lidia con otras personas. Al no tener la oportunidad de realizar este autodescubrimiento dentro de nuestra familia con facilidad, entonces nuestra sexualidad se encarga de infundirnos la necesidad de salir en busca de estas experiencias. En términos más simples, la sexualidad lo que hace es sacarnos de casa, y que nuestro interés primo pase de ser nuestros padres a otra persona. La fuerza primordial que impulsa este cambio es el deseo sexual, donde permitimos que una persona externa a nuestro núcleo, ingrese y conozca nuestras facetas más íntimas.

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Si un individuo consigue con éxito atravesar esta primera etapa de su sexualidad, facilita su capacidad de construir relaciones más saludables en entornos externos. Entornos que se pueden manifestar en contextos profesionales, educativos, y por supuesto, personales. Si, por otro lado, el transitar de esta etapa se vive con trabas, entonces el individuo tendrá mayor dificultad para establecer esos círculos íntimos fuera de su núcleo familiar. Consecuentemente este individuo será más vulnerable, se enfrentará a mayores retos y posiblemente desarrolle una pseudo dependencia subconsciente hacia el hogar y la familia. [3]

Los efectos de nuestra formación en nuestras relaciones personales

Con esto en mente, es posible entender por qué en esta primera aparición de nuestra sexualidad establecemos ciertas relaciones con arquetipos específicos. Como Mary Kim Christy establece en su tesis del 2002: “[...] cuanto más se parecía una pareja al yo ideal del individuo, más le gustaba y amaba a esa pareja y se reportaba más satisfacción con la relación. Se encontró que estos patrones eran especialmente fuertes para las personas con grandes discrepancias entre su autoconcepto real y su yo ideal. Para estos sujetos, la complementariedad de rasgos en la pareja parecía tener una importancia central en los sentimientos hacia la misma”. [4]

Por ejemplo, si en el contexto familiar de un individuo había una respuestas negativas a la agresividad, la capacidad de pensar por uno mismo, omitir los sentimientos de los demás y se veía envuelto en un entorno de descuido, es bastante probable que dichos rasgos puedan generar un interés romántico en esa persona. Un caso típico de “a las chicas buenas les gustan los chicos malos”. En una relación como esta, la “chica buena” aprende a gestionar sus decisiones y volverse más asertiva, ganando más libertad; el “chico malo” por otro lado gana refuerzo positivo, reconocimiento y un espacio para ser vulnerable. Ambos, subconscientemente, buscaron la capacidad de poseer los atributos del otro y aprender a manejarlos en sí mismos.

Cada relación que establecemos en nuestras vidas nos puede dar pistas acerca de nuestras manifestaciones subconscientes. Es sumamente común experimentar patrones en nuestros grupos de amigos donde se presentan los mismos arquetipos (i.e el grupo de amigos actual teniendo personalidades similares y rasgos parecidos con personas de nuestro pasado con las que hemos conectado), o donde no importa que tanto cambie el contexto externo nos acabamos enamorando del mismo personaje (encontrando atributos muy específicos atractivos, haciendo que todos los intereses románticos se parezcan).

Adicionalmente, volvernos conscientes de estos patrones, descubrimos los atributos que nos gustan, los que no, y muchas veces nos permite conocer más sobre lo que realmente buscamos y reducir la discrepancia en cómo lo manifestamos (La diferencia entre lo que quiero ser y lo que soy; Lo que quiero tener y lo que atraigo).

De acuerdo al psicólogo David Corbera, este último fenómeno es sumamente común, especialmente en aquellos individuos que tienen dificultades para encontrar pareja. En estos casos el individuo se percibe de cierta manera, pero manifiesta y expone rasgos completamente distintos. Se pueden percibir como altamente amigables, leales y serviciales, pero realmente suelen demostrar trastornos controladores, celosos y manipuladores. [5]

Resumen

Por este motivo, es importante ser consciente de nuestra sexualidad. Al serlo tendremos la capacidad de comprender qué es lo que nuestro subconsciente nos pide y, consecuentemente, comprendernos a nosotros mismos de una manera más integral, dándonos las herramientas y control necesario para construir una vida plena y saludable.

Naturalmente, las formas que toman estas proyecciones en las personas que rodean a un individuo pueden variar enormemente en base a una infinidad de factores, entre ellos sus experiencias previas. Por ende, es muy valioso ser una persona con la capacidad de ser observador con aquellos que le rodean, evaluar qué aspectos aportan a su vida e identificar el motivo de por qué le atraen (no solo de manera romántica, pero en rasgos que admira e incluso en amistades), y en adición, realizar el mismo ejercicio consigo mismo. Esto puede resultar en aprendizajes muy valiosos que acelerarán su autodesarrollo de manera exponencial, y evitará que repita lecciones que no ha podido identificar en su momento (Infidelidades, patrones de atracción, etc.)

Con esto en mente, es posible que hayas identificado patrones en tu vida e incluso esbozar algunos conflictos subconscientes de tu sexualidad.

Todos los factores que hemos explorado se manifiestan de innumerables formas en nuestras vidas y nos da pistas sobre los efectos de desconectarnos de nuestra sexualidad. Toma el control y no permitas que patrones heredados determinen cómo y con quién vives tu vida.

Eduardo Parra

Fundador de Winky, artista, diseñador y arquitecto. Vivo en Canadá y vivo por fomentar un estilo de vida saludable en aquellos que me rodean.

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Los efectos de desconectarte de tu sexualidad